domingo, 11 de diciembre de 2011

La curiosidad mató al gato, pero dio a luz a tantas otras cosas

Hay un Jaguar que parece un gatito. O al revés. Y está en una ciudad que pretende ser playa. O al revés. Y se hace el malo, aunque sea una pobre víctima. O al revés. Y porque lastimó, se siente culpable y se lastima. O al revés. Y yo quiero quebrarlo para limpiar mi mente. O al revés. Y mi arma no le temo, así que mi arma no está cargado. O al revés. Y ruge en un idioma que no entiendo y su raza me da asco. O al revés. Y yo sé su maldad porque no me interesa salvarlo. O al revés.

Y yo quisiera tener certezas y quitar los "o al revés". O mejor no.

Cuando no peleamos en nombre de la Horda, el Gran Espíritu no nos protege y estamos librados a la histeria de la Hija de Madre Tierra y al temperamento de la Hija de Padre Cielo; pero yo sigo las maneras y las costumbres que mis hermanos respetan porque tengo un norte que no cambia, aún cuando emprendo proyectos personales que no apuntan al beneficio de la Horda. Y eso es una certeza.

Tocar la piel sudada del Jaguar. Hacerla ronronear. Romperle la mandíbula con mis propias manos. Usar su piel sobre mi piel.

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