domingo, 27 de noviembre de 2011

Lágrimas de cocodrilo

Yo sé lo feo que es que tu papá llore lágrimas de cocodrilo, porque mi papá también lloraba lágrimas de cocodrilo, pero te prometo que papá no está triste, papá llora porque es un tonto y no puede verte sin ponerse muy feliz y pensar en muchas cosas lindas que le duelen. La vida es así, cocodrilo verde. Un día vos también vas a llorar lágrimas de cocodrilo, porque sos como yo; aunque no queramos, en el fondo siempre vas a ser cocodrilo. Vas a ser mucho mejor cocodrilo que papá, porque papá es viejo y tonto y mañero y complicado y loco y no tuvo un papá cocodrilo que lo ame como tenés vos. Tenía un papa que lo amaba distinto. Tu papá siempre estuvo solo, sip, sip, sip, hasta que llegaste vos y desde entonces que nunca más estuvo solo y te cuida y te ama y va a ser así por siempre.
Pero yo sé que no te gusta que llore lágrimas de cocodrilo, pero no lo puedo evitar. Sos lo mejor que me pasó en la vida. Vos pensá que yo estaba solo, solo, solo y viniste vos y desde entonces siempre te tengo al lado y te doy besos y te abrazo y vos me dejas darte besos y abrazarte. Cuando tu mamá te puso en mis brazos, yo me puse muy feliz porque pensé que te parecías mucho a mí y pensé que yo iba a poder hacer bien con vos todas las cosas que hicieron mal conmigo, pero me equivoqué, porque tu papá es como su papá, a veces es malo y no te quiere ver, aunque vos seas genial y perfecto y hermoso y divertido y amoroso, no te quiere ver porque él está loco y a veces es un poco tonto. Pero te prometo que eso va a cambiar, porque ahora vas a estar de nuevo al lado mío todo el tiempo, aunque se me escapen lágrimas de cocodrilo que no son nada, nada, nada tu culpa por los ojos. Vamos a estar juntos uno al lado del otro, sip, sip, sip, y yo te voy a abrazar y te voy a dar besos y te voy a decir cuánto te quiero y voy a llorar porque te amo un montón, tanto que me duele un poquito, pero no me arrepiento nada, nada, nada.
Ojalá papá pudiera llorar otra cosa que no sean lágrimas de cocodrilo, pero creo que no pueda. Es algo familiar. Yo no puedo y mi papa no puede y mi hermano no puede y mi mama no puede y eso que mi hermano y mi mama y mi papa no son cocodrilos, pero igual lloran lágrimas de cocodrilo. A lo mejor vos podés llorar otra cosa. No sé si mis abuelos lloraban lágrimas de cocodrilo. A lo mejor te salvás por el lado de tu mamá, pero no sé qué lloran en su lado de la familia. A lo mejor también lloran lágrimas de cocodrilo, pero puede ser que no. A lo mejor lloras algo de colores lindos o algo rico o algo útil o a lo mejor lloras como Dios manda, pero yo nunca vi a nadie llorar como Dios manda. Siempre vi llorar cosas raras.
Papá te quiere mucho y sos muy importante para él y de ahora en más, voy a planear mi vida pensando en vos, hermosísimo, porque te dejé de ver un tiempito chiquitito, chiquitito, chiquitito y estaba muy mal, lloraba todo el tiempo y no lloraba lágrimas de cocodrilo, lloraba algo muy feo con gusto amargo que me quemaba, así que sé que estaba muy triste, yo. Entonces no te puedo dejar de ver. Prefiero llorar por verte todo el tiempo que llorar porque no te veo nunca.
Yo sé que está mal que diga esto, pero no le digas a nadie que sos un cocodrilo. Si te preguntan, deciles que es mi culpa, que yo soy cocodrilo y es algo genético. Intentá ser algo menos problemático, más divertido, menos feo. Creo que vas a ser más feliz. Aunque si quisieras ser un cocodrilo orgulloso, no me enojaría, porque yo te voy a apoyar siempre en todo lo que hagas, incluso cuando no me guste, porque yo solo quiero que estés contento, contento, contento.
Y si te molestan, me los como. ÑOM, ÑOM, ÑOM. Jijijiji. Tu papá hace chistes muy malos, pero te ama mucho, cocodrilo verde.
Voy a llorar mucho, porque, cuando te veo, algo me duele; pero te quiero mucho, mucho, mucho. Es un amor de cocodrilos y está muy bien. Sip, sip, sip.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Asha siempre estuvo cerca

Una voz de humo y un ladrido lejano. Fauces. Puro musculo. Abdomen como una tabla. Unos dientes que esconden vibraciones que me recuerdan a una oruga fumando sobre un hongo. Es un instinto equivocado que dice “ya” cuando la realidad dice “no way, José”. Es un paso en falso. Es el muere de los idiotas. Es un plumifero que guarda silencio.

Es el fresco de la madrugada, es un deseo puro y el nacimiento de ningún dios. Es un linaje que para otros significa algo. Es una duda. Es solo una intuición. Es las ganas de escuchar mi nombre en el humo. Es la palabra “lindurri”. Es Can Cerberos en toda su potencia. Es mi podenco faraónico; pelo corto y fibra. Es una llama fría que me enciende. Es lo que los demás chicos desechan. Es la carne pegada al hueso, la que solo se puede disfrutar si se cede al animalismo de tomar el hueso con los dedos y hundir los dientes para separar la carne del esqueleto. Es un lindo eco de La Huesuda. Es Asha en toda su sensualidad, es una diosa en sí misma. Es un panteón aparte.

Es el humo que envuelve lo que sea que rige del otro lado y es eso que envuelve a la vez. Es algo que equivocadamente juzgaste inocuo. Es digna de reverencia. Es la prima de su prima. Es la hija de alguien. Es dinamita en una nuez. Es un pedazo de hembra. Es el kraken que duerme en el fondo del océano.

Es la tercer Hija. Es una carta no barajada que igual salta en el juego.

Es la curiosidad, asesina y hermosa.

Yo quiero oír mi nombre cantado por el humo e inhalarlo y sentirme vivo en ese paso hacia Valhalla.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Todas las chicas, la chica

La busco, no sin culpa, en los pelos rojos y las pieles blancas. La busco, no sin ansias, en los cafés y las librerías. La busco no porque la quiera ver, sino porque la quiero ver.

La encuentro en las chicas que sacan placer de las drogas y el alcohol, en todo lo que está en verso. Me sorprende en el sonido de mi pluma sobre el papel y en el de los dientes que pasan de mascar chicle a sonreír. La recuerdo en los colchones de goma de los hoteles de alojamiento y en la tinta plateada contra las hojas negras. Me asalta en todo lo que me gusta y en todo lo que desprecio. La encuentro no porque esté ahí, sino porque está ahí.

En los libros y en el chocolate blanco. En la sola mención de las palabras “licor de melón”. En las poetisas suicidas y en Girondo. En la literatura argentina, excepto en ese bunker que es Fogwill. En el naranja de la “e” de “enamorar”, el mismo tono que su pelo la última vez que lo vi caer sobre su cintura desnuda. En todo lo tibio. En las chicas que, a pesar de creerse artistas, de vez en cuando hacen arte. En la tarjeta con sus iniciales escritas en violeta clavada en mi pared. En la blancura del jazmín y en los nombres que empiezan con “L”. En las serpientes. En el miedo y la ira. En la pretensión. En las personas que no muestran reverencia. En los que creen que son los únicos seres pensantes. En el uso exagerado del vocativo “boluda” para abrir cualquier nuevo tema en una conversación. En las zonas de Capital que no piso. En el símbolo para “tóxico”. En los perros golpeados. En los chetos que le temen a la muerte. En mi uniforme. En las cofradías que me quieren como miembro. En las chicas que fuman mentolado. En los vezos con gusto a fruta.

Ella está ahí como la muerte en el fondo de un reloj a cuerda, como Morfeo en todas las costillas de chicas que toco. Está ahí, igual que Anansi en cada carcajada o la Horda en el impacto de una empuñadura contra un escudo.

Que esté. Lo peor que puede pasar, es que te guste.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Young love

Ellos dirán “demasiado rápido, pibe” o “demasiado fuerte, pibe”. Los barbudos y los bigotudos; los gordos y los arrugados; todos me dirán que era obvio y me regalarán a los gritos sus fórmulas mientras camino entre ellos para ocupar mi lugar en la fila de cajones. Me narrarán sus conquistas, aquellas que supieron obtener aplicando la experiencia que dicen me falta y las contrastarán con historias de fracasos causados por hacer lo que yo hice.

Sentados en sus cajones, sacudirán las cabezas o harán caras de desaprobación, y me harán saber que son más grandes y más fuertes y más inteligentes; y creerán que yo, en mi cajón, me lamentaré lo hecho y aspiraré a ser como ellos. Nunca adivinarían que yo, cuando camine entre los fracasados y los exitosos, estaré cantando para mis adentros esa canción que me dijeron era imposible de cantar mientras se camina al cajón de uno. Los oiré gritar y escucharé sus anécdotas, pero mi mente estará concentrada en la canción, en no saltear estrofas y en no equivocar palabras.

Ellos no la escucharán, y yo, acostado en mi cajón y luego de que la tapa haya sido clavada, cantaré mi canción y soñaré con curvas carnosas y sonrisas sinceras y con un amor animal y un instinto innegable; y, al despertar, escribiré esta historia para no olvidarla y para que, tal vez, alguien se entere que es posible cantar esa canción en el camino que lleva a la tierra de los cajones.

Y ellos me nombrarán “pibe” y si ser pibe es no ser como ellos sonreiré, contento de no mirar con decepción a uno que, no sin coraje, la jugó rápido y la jugó fuerte.

Cuando los clavos estén viejos y oxidados y yo esté joven y vigoroso, saldré de mi cajón y jugaré otra vez tan rápido y tan fuerte como tenga que jugarla; y un día, con suerte, sin cambiar yo, no me gritarán “pibe” porque ellos también cantarán mi canción y sus bocas estarán ocupadas con mis estrofas y será mi obra y yo cantaré dos canciones: una por mí y una por ellos; y marcharemos a nuestros cajones cantando y cantaremos hasta que los clavos se oxiden y salgamos a repetir el ciclo, porque, mierda que vale la pena enamorarse.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Cuento Breve 24

Tal vez. Saraza sufrio esas palabras durante unos buenos 5 segundos antes de soltarlas. Tal vez. Sin nada que las siga, sin nada que las preceda. Solas, respuesta a ninguna pregunta.
Ella no supo bien que pensar, esas vagas palabras la descolocaron, la sacaron de la conversación, no le dieron la oportunidad de defenderse en una discusión racional.
Tal vez. ¿Tal vez que? Tal vez si, tal vez no, tal vez me muera, tal vez tenga SIDA, tal vez este a punto de ser el mejor, tal vez ya soy el mejor. Tal vez abrio una serie de puertas infinitas, convirtiendo todo lo anterior en una estupidez, porque cuando Saraza dijo “tal vez” estaba diciendo eso y todo lo demas, y al haber dicho todo lo demas no dejo nada mas que decir, al decir todo lo demas habia abierto todas las posibilidades. Y ahí murio la conversación. En consecuencia de haber dicho todo ya no quedaba nada que decir, como es logico.

Me acuerdo que Saraza lloraba.

Quiza porque Saraza no queria todas las posibilidades. Quiza porque solo queria aquella en la que él y ella estuvieran juntos, como creo que deberian haber estado. Como creo que hubieran querido estar.

Quiza. Tal vez.

Vaya uno a saber.