Una voz de humo y un ladrido lejano. Fauces. Puro musculo. Abdomen como una tabla. Unos dientes que esconden vibraciones que me recuerdan a una oruga fumando sobre un hongo. Es un instinto equivocado que dice “ya” cuando la realidad dice “no way, José”. Es un paso en falso. Es el muere de los idiotas. Es un plumifero que guarda silencio.
Es el fresco de la madrugada, es un deseo puro y el nacimiento de ningún dios. Es un linaje que para otros significa algo. Es una duda. Es solo una intuición. Es las ganas de escuchar mi nombre en el humo. Es la palabra “lindurri”. Es Can Cerberos en toda su potencia. Es mi podenco faraónico; pelo corto y fibra. Es una llama fría que me enciende. Es lo que los demás chicos desechan. Es la carne pegada al hueso, la que solo se puede disfrutar si se cede al animalismo de tomar el hueso con los dedos y hundir los dientes para separar la carne del esqueleto. Es un lindo eco de La Huesuda. Es Asha en toda su sensualidad, es una diosa en sí misma. Es un panteón aparte.
Es el humo que envuelve lo que sea que rige del otro lado y es eso que envuelve a la vez. Es algo que equivocadamente juzgaste inocuo. Es digna de reverencia. Es la prima de su prima. Es la hija de alguien. Es dinamita en una nuez. Es un pedazo de hembra. Es el kraken que duerme en el fondo del océano.
Es la tercer Hija. Es una carta no barajada que igual salta en el juego.
Es la curiosidad, asesina y hermosa.
Yo quiero oír mi nombre cantado por el humo e inhalarlo y sentirme vivo en ese paso hacia Valhalla.
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